María Ossandón
“Trabajo con el cambio de escala, con paisajes en miniatura dentro de diferentes soportes o contenedores. Mi trabajo comienza primero con la recolección, con la búsqueda del material, y son estos materiales los que insinúan el desarrollo que tomará mi obra.”
La miniatura o lo pequeño obligan al espectador a tener que acercarse necesariamente a las obras, porque no se aprecian desde la distancia. Esto se aleja de formas más frontales de acceder al arte, les obliga a cambiar las posiciones de los cuerpos que observan y les quita la "grandeza" que suelen tener las distancias.
Hasta ahora se han distinguido en el trabajo de Ossandón dos momentos, aunque no secuenciales. En un primer momento, ha trabajado -y en ello continúa- representaciones de paisajes o escenas en miniatura que tienen un alto nivel de artificialidad y que no difieren tanto de lo que conocemos de la naturaleza, especialmente de la naturaleza urbana que hay en la que vivimos; una naturaleza enmarcada, amable, artificial y ordenada que sobrevive de diferentes formas.
Cuando miramos la naturaleza lo hacemos siempre con ojos cultivados, por lo tanto, no existe una naturaleza "verdadera" sino solo una construcción de ella y esa construcción es lo que determinamos como paisaje, por lo tanto, la palabra paisaje en la obra exige una interpretación, ya que los paisajes que reconocemos no son entidades independientes, no están fuera de nosotros, no son separables de nuestra memoria, de nuestras historias, de nuestras experiencias, de nuestros deseos o del ejercicio de nuestra libertad.
En un segundo momento, la artista ha estado coleccionando y reconstruyendo lozas de diferentes países encontradas en ferias de antigüedades en sus diferentes estados de conservación. Vajillas que han tenido valor en su entorno doméstico: y que hoy pueden reflejar imaginarios e idealizaciones de un pasado o de una forma de vida que se resiste a morir del todo.
“Con ellos busco completar o reproducir las escenas que estos azulejos representan, tanto con el objetivo de serles fiel como permitiéndome una reelaboración personal.”
“I work with change of scale, with miniature landscapes inside different supports or containers. My work begins first with the collection, with the search for the material, and it is these materials that insinuate the development that my work will take.”
The miniature or smallness forces the viewer to necessarily have to get closer to the works, because they are not appreciated from a distance. This moves away from more frontal ways of accessing art, forces them to change the positions of the bodies they observe, and takes away the “grandeur” that distances usually have.
So far, two moments have been distinguished in Ossandón's work, although they are not sequential. In the first moment he has worked -and he continues to work on it- representations of landscapes or miniature scenes that have a high level of artificiality and that do not differ so much from what we know of nature, especially the urban nature we live in; a framed, friendly, artificial and ordered nature that survives in different ways.
When we look at nature we always do it with cultivated eyes, therefore there is no “true” nature but only a construction of it and that construction is what we determine as landscape, therefore, the word landscape in the work demands an interpretation since the landscapes we recognize are not independent entities, they are not outside of us, they are not separable from our memory, our stories, our experiences, our desires or the exercise of our freedom.
In a second moment, the artist has been collecting and reconstructing crockery from different countries found in antique fairs in different states of conservation. Crockery that have had value in their domestic environment: and that today may reflect imaginaries and idealizations of a past or of a way of life that resists to die completely.
“With them, I seek to complete or reproduce the scenes that these tiles represent, both with the aim of being faithful to them and allowing me a personal reworking.”